Bulevard de Sabana Grande.
7:30 AM.
Voy camino al trabajo, y a la
altura de la estación del metro "Sabana Grande", veo un montón de
gente reunida alrededor de un poste de luz.
Me acerco. Puedo ver cómo
amarran a un joven de unos dieciséis años aproximadamente.
Tengo miedo.
Le pregunto a una señora el
por qué.
Respuesta: Robó a unos
viejitos, unos buhoneros allá arriba. Lo van a linchar.
La gente se prepara. Están
furiosos.
Algunas mujeres gritan: ¿Cómo
es posible que hagan eso? ¡Es solo un niño!
Un hombre canoso, indignado,
responde:
¡Ah! ¡Pero cuando matan a
alguien ya no son niños!¡¿Verdad?!
Siento ganas de llorar, pero no por el chamo. No porque
sintiera lástima por él, o algo que se le acercase. Siento ganas de llorar por
lo que estamos obligados a hacer. Por lo monstruosa que se ha vuelto la
sociedad venezolana. Siento ganas de llorar, por lo que nos hemos hecho a
nosotros mismos.
¿Que si lo lincharon? Bueno, no lo sé. No
me quedé a ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario