Cómo desearía poder llorar desde el fondo de mi corazón y así poder sacar todo el dolor que llevo años acumulando.
domingo, 21 de junio de 2020
domingo, 14 de junio de 2020
LA LLEGADA DEL VERANO
Tengo que lavar esa chaqueta.
Lavar y guardar.
Y así, poco a poco, van pasando las estaciones, el tiempo.
La vida.
Es fascinante ver cómo hemos cambiado.
domingo, 7 de junio de 2020
23 DE ENERO
—Señor, bendice estos
alimentos. Bendice a las personas que hicieron posible que llegaran a nuestra
mesa y bendice de una manera especial a todas aquellas personas que no tienen
nada que llevarse a la boca. Por nuestro Señor Jesucristo, Amén.
Empezó como todos los días. Un almuerzo normal,
en el que seis personas se sientan en una mesa ovalada, y después de la oración
que hace mamá, empiezan a comer.
Plato único: sopa de quinchoncho, con una que
otra papita y algunas zanahorias. Un vaso con agua y bórralo.
La crisis que vive el país no es solo un show
mediático, no es solo "guerra económica". Cada vez comemos menos y
peor, pero nadie dice nada para -al menos- disfrutar la sopa.
Y eso es lo raro. El silencio.
Un silencio sepulcral, interrumpido solo
por los sorbos que de cuando en cuando hacíamos todos al comer.
—¿Saben? –dijo finalmente mi abuela, con un tono extrañamente animado– Hoy estaba oyendo en la radio a la mujer esta, la que escribió el libro de los doce golpes, que su bisabuela vivió la época de Pérez Jiménez, y dice que cuando la agarraron, la torturaron arrancándole los pezones.
—¿Saben? –dijo finalmente mi abuela, con un tono extrañamente animado– Hoy estaba oyendo en la radio a la mujer esta, la que escribió el libro de los doce golpes, que su bisabuela vivió la época de Pérez Jiménez, y dice que cuando la agarraron, la torturaron arrancándole los pezones.
—¡Ay! –exclamó mi mamá, entre
indignada y asqueada– ¿Por qué coño tienes que decir esas vainas cuando uno
está comiendo?
Mi papá y yo reíamos disimuladamente. Mis
hermanas reían a carcajadas, mientras movían sus cabezas como si estuvieran
diciendo que no, demostrando así la dualidad: interesante comentario/mal
momento para compartirlo.
—¡Bueno, pero solo es un comentario, pues! –gritó mi abuela, riendo también.
—¡Bueno pero a mí me da asco! ¡Uno quiere comer en paz!
—¡Ay, por favor!¡Si tú también sales con unos temas a la hora de la comida, que anda! –Le reproché a mi mamá.
—¡Bueno, pero solo es un comentario, pues! –gritó mi abuela, riendo también.
—¡Bueno pero a mí me da asco! ¡Uno quiere comer en paz!
—¡Ay, por favor!¡Si tú también sales con unos temas a la hora de la comida, que anda! –Le reproché a mi mamá.
Visiblemente molesta y en actitud de niña
malcriada, se ¿defendió?:
—¡Pues
bien!¡Entonces yo quiero decir que a Leopoldo López lo encerraron en una celda
mucho más pequeña que en la que estaba antes y además sin luz, como castigo
porque las mujeres estas (su madre y esposa) denunciaron que las desnudaron en
la cárcel el otro día!
Nadie respondió. Nadie dijo nada. Seguimos comiendo. Nuevamente reinó el silencio.
Por unos instantes detesté la actitud de mi
mamá. Luego me di cuenta de que el 23 de enero de 1958 está más vigente que
nunca.
Y no precisamente por la caída de una
dictadura.
domingo, 31 de mayo de 2020
DESAHOGO
Vengo de un lugar lleno
de oscuridad.
Estoy en un lugar lleno de oscuridad.
Vivo en un país donde cada día es más normal ver un cadáver en plena calle, ante el paso indiferente de los peatones, de los otros.
Estoy en un lugar lleno de oscuridad.
Vivo en un país donde cada día es más normal ver un cadáver en plena calle, ante el paso indiferente de los peatones, de los otros.
Soy una joven como cualquier otra: uso
Instagram, Twitter, Facebook. La gran diferencia radica en que no sigo a las
bandas de moda, sino a las páginas de sucesos. No veo tutoriales de maquillaje,
sino videos de linchamientos.
Voy por la calle no con la tranquilidad de un
ciudadano disfrutando de lo público, voy por la calle viendo hacia el suelo,
por si una sombra extraña tras de mí, busca interponerse en mi camino.
No camino, troto, con los cinco sentidos
activados en caso de que aparezca una bestia salvaje con su arma, queriendo
despojarme de lo poco material que tengo y de lo único preciado: mi vida.
Soy estudiante y eso duele. No porque no pueda
con la pesada carga de los libros, sino porque todos los días debo enfrentarme
a la decisión de darle prioridad al conocimiento o abandonarlo todo por la necesidad
de unos cuantos bolívares.
Mi nombre no importa, vivo en Venezuela.
domingo, 24 de mayo de 2020
INSTANTES COTIDIANOS
Digamos que fue hermoso.
Un pequeño momento de complicidad
en el cual sus miradas se cruzaron.
Ella disimulando, haciéndole creer que lo que en
verdad le interesaba era el título del libro que él leía.
Él, sin disimulo, mirándola fijamente por un
instante en el que ella decidió corresponderle.
Después de eso, ambos volvieron a sus lecturas, y allí terminó algo que nunca empezó.
domingo, 17 de mayo de 2020
MELANCOLÍA LLAMAN A ESTE DÍA
Son
estos días lluviosos, nublados, hermosos, los que me recuerdan la tristeza que
cargo.
Una tristeza melancólica, pero hermosa por lo que representa.
Aquellos
que están lejos.
Es
en días como este:
lluvioso, nublado, gris y frío, cuando me veo a mí misma abriéndome el pecho,
sacándome el corazón y entregándoselo a ustedes.
A
los que amo y extraño.
domingo, 10 de mayo de 2020
LOS MARCOS SOCIALES DE LA MEMORIA
Me
da miedo pensar -sentir- ese extraño vacío en el estómago.
Cuando ves a alguien que amaste -o creíste amar- hoy. Después de que ha pasado
tanto.
Porque
te das cuenta -me doy cuenta- de que lo que veía ya no está.
Se
fue.
Y
me pregunto: ¿Yo y él? ¿Él y yo? ¿Fuimos...?
Porque
sé que soy una persona totalmente diferente ahora.
Él...
bueno... él quizá no ha cambiado.
Pero
ese es justamente el asunto.
Yo
cambié.
Y
no hay vuelta atrás.
domingo, 3 de mayo de 2020
LÁGRIMAS DE QUINCEAÑERA
Katherine
es una muchacha de quince años, tiene cabello largo y oscuro, ojos bonitos y se
le da bien el inglés. Va en noveno grado o tercer año de bachillerato, usted
escoja como llamarlo.
Como
toda chama de su edad, le gustan cosas que a los que estamos más viejos (y
amargados, en mi caso) podrían parecernos superfluas: ropa, música, comer
helado, hablar de la muy perra de Taylor Swift, que la profesora de geografía
la tiene agarrada con ella, etc.
Sí,
una chama normal, pero eso sí, muy frustrada.
Después
de todo, vive en Venezuela.
Así
que, por la misma crisis, Katherine y su familia ya no salen a comer helado tan
seguido, no recuerda cuando fue la última vez que le compraron ropa (así que la
hereda de sus hermanas), sus artistas favoritos nunca vienen al país y
comprarse un pote de Nutella es una fantasía lejana.
Pero
estas son cosas triviales.
Katherine
ya empieza a pensar qué hará en el futuro: sabe que le gustan los idiomas y
también sabe que le gustaría dedicarse a ellos como profesión. Pero también
sabe que no lo quiere hacer aquí.
Simplemente no puede concebir esa idea.
Tampoco
quiere.
En
fin.
Creo
que era jueves, miércoles quizás. El reloj marcaba las dos de la tarde y
nuestra quinceañera acababa de llegar del liceo. Papá la había ido a buscar,
como era su costumbre.
Al
cruzar la puerta y entrar a casa, muy seria, se sentó en la mesa del comedor
sin decir una sola palabra, lo cual era muy raro.
—¿Cómo
te fue, mi amor? –preguntó mamá.
—Bien.
—¿Te pasó algo?
—No.
—Te veo seria…
Pero
nuestra joven solo se limitó a ver el teléfono.
Abuela
sirvió la comida.
Nadie
habló en todo el rato que duró el almuerzo.
Al
terminar, Katherine seguía sumamente seria, mirada baja.
Callada.
Su
hermana Kara, decidió intervenir.
—¿Qué
te pasa?
—Nada.
Hubo
una pausa.
—¿Me
vas a decir por qué estás tan seria?
Finalmente,
Katherine, sin levantar la mirada respondió.
—Astrid
se va del país.
Hubo
otra pausa. Incómoda, en la cual las lágrimas empezaron a correr por el rostro
de nuestra protagonista, mientras su familia solo podía observar.
—¿Ella
te lo dijo? –preguntó Kara.
—Sí…
—¿Y a dónde se va?
—A España.
Usted
amigo lector, al ser venezolano, seguro entiende muy bien a Katherine. Además,
aprovecho para contarle que Astrid y Katherine son amigas de toda la vida.
Así
mismo, Astrid no es la primera amiga que se va, ya que hace un año, Andrea se
fue a Urugüay y otras tres amigas más se le irán a Katherine antes de que acabe
este año.
Yo,
como testigo, lo único que puedo decir es que sentí un gran dolor al ver cómo
Katherine lloraba, pues allí donde ella estaba -encogida y triste- me reconocí
a mí misma en varios momentos del pasado.
Y
muy seguramente, del futuro.
domingo, 26 de abril de 2020
HONESTAMENTE
La
verdad es que me siento muy cansada.
Lo cierto es que me siento frustrada.
El muchacho que me gusta no me habla.
El otro al que deseo está muy lejos.
Mis ganas de vivir se fueron por la ventana.
Y ahora publico esto con la intención de encontrar a alguien que me entienda.
Pero lo cierto es que soy egocéntrica...
Lo cierto es que me siento frustrada.
El muchacho que me gusta no me habla.
El otro al que deseo está muy lejos.
Mis ganas de vivir se fueron por la ventana.
Y ahora publico esto con la intención de encontrar a alguien que me entienda.
Pero lo cierto es que soy egocéntrica...
Como
si todo esto a alguno de ustedes le importara.
domingo, 19 de abril de 2020
BREVE NOTA SOBRE LA COTIDIANIDAD CARAQUEÑA
Bulevard de Sabana Grande.
7:30 AM.
Voy camino al trabajo, y a la
altura de la estación del metro "Sabana Grande", veo un montón de
gente reunida alrededor de un poste de luz.
Me acerco. Puedo ver cómo
amarran a un joven de unos dieciséis años aproximadamente.
Tengo miedo.
Le pregunto a una señora el
por qué.
Respuesta: Robó a unos
viejitos, unos buhoneros allá arriba. Lo van a linchar.
La gente se prepara. Están
furiosos.
Algunas mujeres gritan: ¿Cómo
es posible que hagan eso? ¡Es solo un niño!
Un hombre canoso, indignado,
responde:
¡Ah! ¡Pero cuando matan a
alguien ya no son niños!¡¿Verdad?!
Siento ganas de llorar, pero no por el chamo. No porque
sintiera lástima por él, o algo que se le acercase. Siento ganas de llorar por
lo que estamos obligados a hacer. Por lo monstruosa que se ha vuelto la
sociedad venezolana. Siento ganas de llorar, por lo que nos hemos hecho a
nosotros mismos.
¿Que si lo lincharon? Bueno, no lo sé. No
me quedé a ver.
lunes, 13 de abril de 2020
¡TIEMPOS DE CUARENTENA!
Después de un año y algo más sin siquiera molestarme en pensar en este blog, durante estos días de reflexión extrema, lo recordé y he decidio retomarlo progresivamente.
Ahora tengo más tiempo que nunca, pero las preocupaciones siguen siendo las mismas, aunque sí es verdad que toda esta locura del coronavirus me ha permitido dedicarme un poco más a las cosas que realmente me gustan pero que nunca (o casi nunca) hago por estar demasiado cansada.
En fin.
Estos días estaré publicando una serie de relatos de hace cuatro años, los cuales estaban colgados en una plataforma llamada Sttorybox, la cual, ha decidido cerrar y por ende, eliminar toda su información junto con su existencia.
Como soy bastante egocéntrica, me causó bastante dolor la idea de perder mis escritos, así que, los he rescatado y eso será lo que verán en los próximos días.
Sin más que agregar y deseándoles una buena y (no tan) productiva cuarentena, me despido.
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