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sábado, 11 de junio de 2016

MAMERTISMO LITERARIO

Vamos a decir que leer se ha puesto de moda. Mientras que en el pasado se nos vendía la imagen de que las personas que leían (y lo disfrutaban) eran nerds que merecían ser ridiculizados, hoy en día, si quieres ser aceptado socialmente debes, al menos una vez al mes, publicar la foto de un libro que estés leyendo para demostrar que eres únic@-original-profundo-intelectual.

Claro, reconozco que vivimos en la era de las redes y muchos queremos compartir la alegría del libro que estamos leyendo, pero muchas personas usan el tema de la lectura y las redes para el “faranduleo”. Como sea son hechos, cosas que pasan y con los que tenemos que convivir, pero en lugar de revolcarnos en la miseria de la humanidad, prefiero liberar esa frustración colectiva escribiendo artículos sobre ese tipo de comportamientos que considero nocivos, pero que pasan por debajo de la mesa en la vida cotidiana.

Hoy hablaremos de lo que he decidido llamar Mamertismo Literario, pero primero definiremos cada uno de estos términos:


  • Según Word Reference, mamerto es lo mismo que decir tonto o lechuguino.
  • Según el Diccionario de la Real Academia Española, literario es todo aquello perteneciente o relativo a la literatura y ésta última es todo arte de la expresión verbal, conjunto de producciones literarias de una nación, de una época o de un género.


Así que llamaremos mamertismo literario a todas aquellas actitudes tomadas por las personas, en las que se busca despreciar a todos los que no compartan las mismas referencias literarias que ellos. Un ejemplo que se ha hecho común en los últimos tiempos son las imágenes del libro de El Principito:



Sí. El bendito dibujo de la serpiente comiéndose un elefante y que todos confunden con un sombrero. Es gracioso porque la primera vez que leí El Principito, también vi un sombrero y me dio mucha risa ver la capacidad imaginativa de Exupéry para rebuscarse con todo un tema que muy seguramente, empezó siendo un sombrero.

En fin, ahora analicemos el mensaje de la imagen anterior: “Si aquí ves un sombrero te hace falta leer”. Eso es justamente el mamertismo literario, un conjunto de personas que se creen especiales-ungidos-por encima del promedio por el sólo hecho de haber leído un libro que es referencia dentro de la literatura mundial. Pero aunque nos pueda parecer una simple tontería de un grupo de gente, considero que hay algo un poco más profundo con todo este asunto del mamertismo literario, y el mismo está relacionado con un tema de conformación de la identidad de los individuos, pues estas personas que se mofan de aquellos que no entienden determinadas referencias, más allá de sentirse intelectualmente superiores, es posible que lo que en realidad estén buscando es un grupo en el cual encajar.



Existe una tendencia por parte de la sociedad de asignar una determinada identidad a los individuos, la cual puede entrar en conflicto con aquella que éstos tienen de sí mismos, entendiendo como Identidad a la relación objetiva entre el portador y el medio social donde se desenvuelve y esta relación tiene la necesidad de exteriorizarse. Aquí también entran elementos de organización territorial, configurada dentro de lo conocido–seguro, desconocido–inseguro.[1]

Si nos ponemos creativos, podemos asociar ese rechazo a la falta de conocimiento sobre sus mismas referencias como ese espacio de lo seguro, lo conocido, por ende; todo aquel que comparta mis mismas referencias es alguien igual a mí, afín a mí y por lo que puedo relacionarme con él porque tenemos algo en común. Por otro lado, esa aversión y desprecio a todo aquel que no conozca mis referencias no me está reconociendo como individuo, no conoce ese elemento que conforma mi identidad y por ende, lo rechazo. Rechazo a aquellos diferentes a mí y que no tienen la capacidad de reconocerme, por lo que, el mamertismo literario se convierte en algo personal.

Todo este tema de la afinidad dentro de un grupo a causa de compartir una misma referencia literaria, ocasiona un fenómeno identificado por Émile Durkheim (1893)[2] como cohesión, que actúa como una acción unificadora de los individuos en la cual está implícita no sólo el mutuo acuerdo dentro de una colectividad, sino también un elemento de emocionalidad que logra forjar una especie de solidaridad entre individuos que comparten una misma causa y están unidos por una o varias características. En pocas palabras, la cohesión permite la conformación de un todo unido.

Cuando no se comparten los mismos conocimientos o emocionalidades, entra en escena la coacción. Ésta es una violencia aplicada para que alguien haga algo contra su voluntad, de esta manera se busca mantener el orden dentro de una colectividad, y por ende, el control.
Ahora bien, hablemos del papel que pueden llegar a tener la cohesión y la coacción dentro del tema del mamertismo literario:

La cohesión empieza cuando un individuo que por ejemplo, ha leído El Principito, empieza a sentirse especial por entender la referencia del sombrero. Progresivamente, empieza a publicar imágenes con citas sobre el libro, dibujos del libro, en fin, un montón de cosas que sólo las personas que lo han leído pueden entender.

El resto de las personas que no han tenido contacto con esta lectura, obviamente no van a entender, por lo que nuestro fan de El Principito empieza a menospreciarlos por no compartir su referencia. Al mismo tiempo, ésta persona empieza a establecer una barrera intelectual entre él y aquellos que no comparten su referencia y empieza a desarrollar lazos con aquellos que sí comparten ese mundo en común cargados de los simbolismos del libro. De esta manera, empieza a configurarse no sólo una identidad individual basada en una referencia literaria, sino que ésta se ve reforzada por la aceptación que recibe de este nuevo grupo de fans de El Principito. Progresivamente, se da una cohesión que se hace cada vez más fuerte en la medida que más personas compartan la referencia y reproduzcan ese comportamiento coercitivo con aquellos que forman parte de este grupo.



Por otro lado, el tema de la coacción se hace presente con el rechazo que pueda sentir este grupo hacia aquellos que no compartan esa referencia literaria, si bien es cierto que no se trata de niveles extremos de discriminación como los de la Alemania Nazi, sí es cierto que siguen siendo pequeñas demostraciones de discriminación y rechazo por parte de un grupo hacia otro. Ya sea que éstos discriminados quieran ser parte de éste grupo en su totalidad o en parte, para ser aceptados deberán leerse el libro, conocer al autor, aprender los dibujitos, etc. Por el contrario, si no les interesa pertenecer a este grupo, es posible que se encuentren con un rechazo y desprecio por no compartir ésta referencia literaria, siendo menospreciadas no sólo sus capacidades intelectuales (a pesar de que puede sean mucho más profundas y ricas que la del grupo) sino que también pueden llegar a despreciarlo como persona e individuo (claro que esto depende del nivel de dependencia identitaria que tenga el grupo con la referencia, así como también depende del nivel de cohesión que se maneje dentro de éste grupo.)

Es justamente allí dónde empieza el peligro (o la estupidez). Entiendo que no ha todos nos gustan las mismas cosas, pero es algo totalmente absurdo desestimar las habilidades y conocimientos de otra persona por no compartir las mismas referencias que uno, y al final del día eso es sólo una careta más de la discriminación. Lo importante aquí es saber identificar esas pequeñas discriminaciones cotidianas, pues las mismas, si no son controladas a tiempo pueden terminar convirtiéndose en algo mucho más peligroso, por más pequeño que parezca en un principio.

Lo que hay que entender en cuanto al acto de leer es que, en primer lugar, es algo que se hace de una manera voluntaria. En segundo lugar, el que busca leer, lo hará sobre lo que le interese, lo que busque o satisfaga su inquietud personal, y tercero, al ser todos diferentes dentro de nuestra individualidad, conocemos cosas que otros no y viceversa. Por estas razones, considero que esto que he decidido llamar mamertismo literario, no es solamente un fenómeno surgido por moda, o un conjunto de personas que quieren sentirse superiores al promedio por haber leído determinados libros. Esto puede derivar en acciones intolerantes hacia otras personas, que incluso en la cotidianidad son discriminaciones disfrazadas.

Es por eso que, antes de darle like a algo en Facebook, o compartir una imagen determinada, es mejor ser sensato, analizar un momento y pensar en qué está beneficiando ese contenido al resto del mundo. Pregúntate por un momento: ¿Si yo no hubiese leído ese libro, cómo me sentiría con esto?








[1] Estos planteamientos son tomados de Rossana Reguillo de dos trabajos diferentes. El primero es: En la calle otra vez Las bandas: identidad urbana y usos de la comunicación (1991) y el segundo: Imaginarios globales, miedos locales. La construcción social del miedo en la ciudad (2001).
[2] La División del trabajo social (1893).