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lunes, 18 de diciembre de 2017

La Esperanza se la hace uno, aunque cuesta

Sé que ha pasado un buen tiempo desde la última vez que publiqué algo en este blog, pero han pasado muchísimas cosas que siento no me han permitido dedicarle el tiempo que me hubiese gustado a mis escritos.




Para nadie es un secreto que este último año ha sido difícil para todos, especialmente para los que vivimos en Venezuela, pero la verdad es que, este año, varias veces sentí la necesidad de dejar de luchar... o dejarme morir. No sé cómo llamarlo.

La verdad es que no me gusta mucho hablar de mis sentimientos, especialmente hacerlos públicos por redes sociales (a menos que se trate de mentar madres y maldecir políticos), pero siento la profunda necesidad de contarles cómo me he sentido este año, cómo la vida ha influenciado mi personalidad y, finalmente (y probablemente lo más trágico) cómo la crisis venezolana me quito lo único que me mantenía a flote dentro de tanto caos: mis ganas de leer.

Vamos por partes.

Todo comenzó en Diciembre de 2016, el día de mi graduación. Si bien es cierto que ya tenía asimilado el hecho de que mi título y mis cinco años de estudio podrían no valer mucho en un país como Venezuela, me sentía bien porque de alguna manera había cerrado un ciclo de mi vida, me sentía a gusto con mi trabajo final de grado y, en general, tenía cierto grado de esperanza con respecto a mi esfuerzo y las oportunidades que podrían presentarse.
Si bien fueron navidades algo complicadas en el ámbito económico, esa esperanza me mantenía a flote, a pesar de mi pesimismo y melancolía diaria.

Decidí hacerme una lista de metas, igual que en el 2015. Algunas de las que mejor recuerdo son: Abrir una cuenta de ahorro, leer 30 libros y aprender japonés.

Empecé el mes de enero sin trabajo y sin dinero, pero una vez que me abrí la cuenta de ahorro (que fue un peo), me había propuesto empezar a estudiar japonés y, con mucha suerte, aplicar para una de las becas que ofrece la embajada de Japón en Venezuela. La verdad es que no me importaba qué posgrado hacer, pero toda la vida había querido conocer este país, aprender el idioma, me hacía mucha ilusión y honestamente sentí que había empezado el año con buen pie.


Por otro lado y para mitigar un poco el tema económico, empecé a dar clases de inglés particulares. Usé la vieja táctica de pegar avisitos en las paradas, paredes, calles, basureros y en cualquier superficie visible para el público conocedor. Las respuestas no se hicieron esperar. Así logre tener un ingreso que, si bien no era mucho, servía al menos para el pasaje. Junto a esto, también me dedicaba a escribir artículos a un tipo por internet (y a un precio ridículamente bajo) pero era mejor tener eso, a no tener nada.

La verdad es que me sentía bien, motivada, pasando medio roncha pero "pa´lante". Ya en Marzo, recibí una llamada de un antiguo colega con el que había trabajado dando clases de inglés, me preguntó que si estaba interesada en ser "teacher" de nuevo y por medio tiempo me pagarían sueldo mínimo. La verdad es que no me lo pensé mucho. Dije que sí y a la semana siguiente había empezado la horrible, pero necesaria tarea de frecuentar Caracas una vez más (Te odio fuckin Metro).

No era mi trabajo soñado, pero era un trabajo. Desgraciadamente, las condiciones en las que se encontraban esos colegios no eran las más idóneas: ya saben, típica venezolanada en la que agarran cualquier edificios y meten a un montón de carajitos para empezar a cobrar. El punto es que era un edificio viejo, medio maltrecho que medio pintorretearon para meter pinta, en los cuales sabrá Dios cuándo fue la última vez que habían limpiado los aires acondicionados.

Agarré una infección respiratoria.

Fui al ambulatorio, me revisaron y me dijeron que estaba trancadísima. La doctora muy amablemente me hizo como diez recipes, cada uno con un tipo diferente de antibiótico "a ver" cuál conseguía (eso sin hablar del tema del precio). Total que antes de irme  me dijo: "Mira, si me consigues un macrogotero (porque obvio, Venezuela: no hay medicinas y nada en el ambulatorio...) te pongo una solución para ayudarte a liberar los pulmones".

"DaleSíVa" pensé y empecé a caminar.


Visité cinco farmacias antes de encontrar el macrogotero (SOLO EL MACROGOTERO, SIN EL ANTIBIÓTICO) y me sentía tan mal que, lo compré y volví al ambulatorio.

La enfermera agarró, me puso la cosa en el brazo izquierdo y se fué... pero algo no estaba bien. Esa vaina me estaba doliendo horrible y cuando vi, estaba infladísimo. Me dio un ataque de pánico, llamaba a la enfermera y no venía, gracias a Dios llegó otra un poco más consciente y se dio cuenta de que me habían puesto mal la aguja o qué se yo. Me la cambio de brazo y listo, todo fino. Yo con un nuevo trauma a las agujas y a la gente en general, pero al menos empezaba a respirar mejor.

Salí del ambulatorio un poco más repuesta, con el brazo izquierdo morado y sin el antibiótico, así que volví a casa y en la tarde ya seguiría buscando el antibiótico. Al volver a salir lo encontré a la primera, 10 mil bolívares para ese momento, lo que me quedaba en la cuenta de mi primera quincena.

Pues NADA. Quería curarme, lo compré y volví a casa. Recuerdo que me senté en mi cama, vi al piso y me puse a llorar. Mi hermanita entró a consolarme, diciéndome que no llorara, pero era muy frustrante:

Trabajé 15 días, me enfermé y me gasté la quincena de esos días para curarme una enfermedad que había pillado en el trabajo...

COÑO, PANA... Uno es humano... Esas vainas duelen.

Total que "me curé" ese fin de semana, y ya el lunes estaba de vuelta, esta vez iba con tapaboca (por si acaso), pero el malestar seguía allí, y conforme pasaban los días, era peor.

Ya no era solo un tema respiratorio, ahora era un dolor en la parte baja de la nuca, debilidad, me costaba levantarme y subir escaleras, pero como estaba comiendo tan mal, asumí que era eso y me aguantaba, hasta que una tarde no pude más. El malestar era tan insoportable que me puse a llorar y mis padres me llevaron a emergencias (eran como las 7 de la noche).


Fue como media hora esperando que llegaran las enfermeras, los peores 30 minutos de mi vida hasta ahora, hasta que llegaron y, el señor que estaba antes que yo (QUE PRACTICAMENTE SE ESTABA DESANGRANDO) me dejó ir primero porque me vio muy mal. 

#GraciasDiosPorLaGenteAsí

El médico me vio, me preguntó que pasaba y yo le conté. También le hablé de la infección y de las medicinas y le mostré las cajas y todo.

Lo que me dijo es que la dosis que estaba tomando era demasiado alta, el antibiótico muy fuerte y eso me había hecho caer en un estado de hipotensión (tensión baja, creo) y por eso estaba más pálida que un fantasma y sentía que mi alma dejaba mi cuerpo lentamente.

Me mandó 1000 cc de suero fisiológico y me lo pusieron ahí mismo en el ambulatorio. Esta enfermera me trató muy bien, incluso me puso la vía del brazo derecho y no en el izquierdo, que seguía morado y dolido de la experiencia pasada y allí estuve, hasta las 10 de la noche.

Durante ese período de tiempo, escuché lo mal pagado que estaba el personal del ambulatorio, que caro estaba todo, la cantidad de kilos perdidos en los últimos meses y la típica broma de "nos vamos a tener que poner a vender droga".

 #Venezuela.


Durante todo este tiempo, era muy poco lo que leía, la verdad es que prácticamente lo hacía por una obligación conmigo misma y mi meta autoimpuesta, pero la lectura se había convertido en algo obligado y poco a poco empecé a irlo dejando. Los artículos que escribía en el blog, era sobre cosa que ya había leído hacía tiempo, o ideas que en su momento no tenían mucho sentido y que de alguna manera, logré encontrarles la vuelta y publicarlos.

Estuve de reposo ese fin de semana y de vuelta a la "normalidad" que no duró mucho.

Empezaron las protestas, la locura, la violencia. Ese círculo vicioso venezolano al que ya estamos acostumbrados.

Atrapada en mi propia casa, intenté ir al trabajo durante 3 días seguidos sin éxito. Ya el jueves me quedé en la cama, viendo cómo la tensión en mi casa era cada vez más fuerte a causa de la escasez, del no poder ir a comprar ni un pan a la avenida.

Fue horrible. En verdad. Bueno... ustedes lo saben.

No recuerdo bien que día, pero fue ya finalizando la semana que (después de mucha presión por las redes, etc, etc.) se llegó a un acuerdo para abrir las calles y permitieron a los negocios vender hasta las 2 de la tarde.

Que vaina más loca... Menos mal que no estamos en guerra ni nada.

Mi familia y yo salimos desesperados, yo me puse a hacer cola en la central Madeirense, mi mamá y mi papá en un supermercado un poco más adelante y mi abuela y mi hermana a la panadería.
Sinceramente no sé cuánto tiempo pasó, pero lo que sí sé es que entré a comprar todo lo que pude: enlatados, congelados, cualquier vaina que aguantara bastante por si acaso no podíamos volver a salir en un tiempo.

#VivaLaVidaPlena

Me gasté todo el dinero que había podido ahorrar hasta ese momento y, una vez más, me sentí miserable. Me imaginé a mí misma llorando sentada en mi cama de nuevo, pero esta vez sin nadie que me consolara.

#Resentimiento #Frustración


Salí, fui con mi hermana y mi abuela, compramos el pan, llamamos a mis padres, era la una y media y teníamos que irnos corriendo, no fuera a ser que no nos dejaran pasar a nuestra propia casa.
Mi mamá llegó con un asma horrible, a causa de las bombas lacrimógenas que habían lanzado el día anterior y cuyos gases aún estaban metidos en el supermercado al que fueron, pero gracias a Dios no pasó a peores, con su nebulizador fue suficiente.

Por supuesto que en todo este tiempo no fui al trabajo (a pesar de que mi jefe me insistió que fuera, que todo estaba tranquilo y "si no vienes no cobras") .i.

#QueAscoDeGente

Llegó el lunes horrible que se metió la Guardia Nacional a llevarse gente, a violar y etc, etc #TipoTranquilo. El pueblo militarizado y todo volvió  a la "normalidad".

Iba al trabajo cada vez que podía, otros días, simplemente decidí no ir, porque sabía que en la tarde no iba a poder regresar a mi casa. Hubo una vez incluso, que otra de las teachers me comentó que sí, abrieron el colegio, hicieron ir a los niños y luego tuvieron que evacuarlos a causa de las bombas lacrimógenas. Pero según la directora y mi jefe "Hay que abrir que nos multan, uyuyuy"

#Aplausos #MatemosALosCrajitosTotal

¿CÓMO COÑO MANDAS A TU HIJO AL COLE CON LA VAINA ASÍ?

Estaba harta de todo, deprimida, sin dinero y sin motivación, sin leer, ni escribir. No tenía clases de japonés por las protestas y ya ni siquiera iba al trabajo, así que decidí renunciar.

Fue durante ese momento que pensamientos suicidas empezaron a rondar mi mente. La imagen era recurrente: yo, en la ducha, cortándome las venas. Al final preferí no hacerlo, pensaba en la impresión que le dejaría a mi abuela... Y era chimbo.

Seguí nada más con mis clases particulares, y un amigo maravilloso y hermoso (él sabe quién es) me paso un link de una empresa que estaba contratando personas que supieran inglés para dar clases de español por Skype.

No tenía nada que perder, era un poquito más de sueldo mínimo y no tenía que gastar en pasaje, así que apliqué. El único problema era que necesitaba una computadora funcional, con Skype, y la mía era una Síragon de la época de Maria Castaña, pero como no pensé que me seleccionarían, igual apliqué 

#AVerQueLoQUe.

Me llamaron, me sorprendí, y dijeron que me querían hacer una "clase de prueba" para evaluar mis habilidades como teacher.

y yo así: :D YEIIIIIII!!!!

Luego me acordé de mi compu: :´´´´´´´D

ÑELDA!!! Pensé.


Había hecho unos trabajos por internet que me habían dado lo suficiente para comprar una laptopsita por Amazon, algo sencillo y bien humilde, pero todavía faltaba como dos semanas para que llegara y la entrevista era dentro de tres días...

:´D

Mátenme ya, pensaba.

Llamé, pregunté, ofrecí dinero, pero nadie me podía facilitar una maquinita, hasta que un alma caritativa lo hizo. Fui feliz.

Hice mi entrevista, todo salió bien y empecé a trabajar el día después de mi cumpleaños (hablamos del mes de Junio.)

Eso sí, los primeros días fueron súper difíciles, porque lo hacía con la Síragon de Maria Castaña (la nueva no llegaba) Así que tuve que medio parapetearla para que aguantara unos días más. Al final fue casi un mes, de los cuales mi rendimiento no fue muy bueno y me maldije a mí misma por no haber comprado las VIT del gobierno, o no haber invertido en una laptop antes porque me pareció que estaba muy caro todo...

Que maldición vivir en un país donde la inflación te merma las ganas de hacer y de paso, te hace cuestionarte todas tus decisiones pasadas.

#LaInflaciónNoExiste #EsUnInventoCapitalista #LasComputadorasTambién

Finalmente, después de casi un mes, llegó la compu nueva y con ella, un nuevo aire de esperanza para mi motivación moribunda.

Ahora daba mis clases con más gusto, los estudiantes empezaban a agendarme más seguido y podía compartir más y mejor con ellos. Conocí a a un montón de gente y sus experiencias y sentí que eso me nutría mucho, sin mencionar que también mejoraba mi inglés y aprendía muchísimo con ellos.

Hablé con personas de Canadá, EEUU, Irlanda, Escocia, Sur África, Japón y Tailandia.

Todos eran fascinantes, uno trabajaba para Disney Pixar, me habló de que estaba trabajando en Frozen 2 Y WRECH IT RALPH 2. 

#ASJSDFJASGAKHSFAJHSGAJHSFAJSGFASJHAFGSJAFHS

Conocí un tailandés que habla inglés, tailandés, español y un poco de japonés.

#LosAsiáticosSonOtroLevel

Y un chico en EEUU que trabajaba de productor en Teen Mom. (y me dijo un poco de cosas que me explotaron la cabeza) y en fin, era genial, pero al oírlos hablar, también me di cuenta de lo estancada que estaba, quizá no intelectualmente, pero sí económicamente, en cuanto a calidad de vida y, cuando me preguntaban de Venezuela, siempre era lo mismo:

- Vi las noticias. ¿Estás bien? ¿Necesitas dinero, comida? La cosa no está muy bien en Venezuela.

Por cuestiones de la misma empresa teníamos prohibido hablar de la situación, pero cuando empezaron los problemas eléctricos (de nuevo) se me hizo inevitable explicarles que teníamos fallos eléctricos a causa de una mala política pública, más allá del Niño, la Niña, el cuervo, la iguana en los cables, etc, etc.

¿Cómo decirlo?

Nunca había salido del país, nunca había visitado otro sitio, pero sabía que lo que estaba pasando no estaba bien, luego, al hablar con estas personas y conocer sus experiencias, me di cuenta de que era mucho peor de lo que me había imaginado. Conocer otras perspectivas amplía tu mente y yo siento que esa experiencia como profesora de español, fue una de las más enriquecedoras para mí.

Ahora, solo estaba en modo zombie. De vez en cuando salía a tomarme un café con mi familia, los militares en el pueblo ya eran parte del paisaje y yo seguía estudiando japonés por mi cuenta.

Aplico en el 2018, pensé, aún con la ilusión de ir a Japón.



Hay muchas cosas, que no estoy contando, porque son muy personales: problemas familiares, emocionales, económicos, políticos, sociales, que me tenían sumamente mal, pero, hubo un día en el que todo explotó.

Nos quedamos sin luz, sin internet, sin teléfono. De nuevo, había poca comida en la casa y sé que algo pasaba en la calle (ahora mismo no recuerdo bien qué (después de tanta protesta qué me voy a acordar)), pero ese día... Perdí la poca cordura que me quedaba y lo decidí. Decidí dejarme de pajaritos preñaos, de ilusiones de beca, de que "el tiempo de Dios es perfecto". No pude más.

Decidí irme. Sí o sí. Al menos por un tiempo y ver "que lo que" en otra parte, porque sinceramente, en Venezuela iba a terminar colgándome de un puente.

Salí de Venezuela en Septiembre y honestamente no quiero ni acordarme de lo mal que me sentí, del trauma para los papeles, el viaje y todo.

Solo sé que ahora puedo caminar tranquila por las calles, puedo comprar comida, puedo sacar el teléfono en la calle, puedo ir de noche por una plaza sin que se metan conmigo. Puedo cruzar cuando el semáforo me da paso, la gente es amable conmigo y no me discriminan por mi acento (como muchos me  dijeron alguna vez en Venezuela.)

Y lo más importante de todo, empecé a leer otra vez... Y en inglés! Y a pesar de que nada es perfecto y el cambio es duro, tengo esperanza en que todo saldrá bien y si no, pues veremos en otra parte... 

Una vez alguien me dijo que los principios son duros, y no podría estar más de acuerdo, pero por ahora, trato de encontrar mi propósito en este mundo, ver lo diferente que puede ser todo en partes del mundo diferentes y, por ahora, decidí retomar este blog. Aunque lo cierto es que no sé cómo abordarlo nuevamente, tampoco estoy muy segura de cada cuánto podré publicar un artículo, pero, a todos los que lean esto, sepan que estoy viva XD y lo mejor de todo:

EMPECÉ A LEER OTRA VEZ.

Y se siente bien.

Gracias a todos por llegar hasta acá. Muchos besitos y si gustan, dejen su comentario :)

#AmorYPaz #FelizNavidad

         





miércoles, 14 de junio de 2017

SAN ANTONIO DE LOS ALTOS

Soy un pueblo con complejo de ciudad, o al menos, esa es la frase que me repito todos los días de mi vida, y lo seguiré haciendo hasta quedar convertido en una gran urbe invadida por los ranchos y la delincuencia. Y por los vientos que soplan, me parece que no falta mucho.

La verdad es, que mi historia es bastante sencilla, menos pintoresca que la de Caracas, eso es seguro.


Como todo buen asentamiento urbano, empecé siendo un pedazo de tierra, sin principio ni fin, muy húmedo y nublado, lleno de perezas y guacharacas; pero bueno para el cultivo. Aún hoy, en estos tiempos de carros último modelo y mensajes por Whatsapp, mis tierras siguen siendo perfectas para la siembra. Pero eso es otra historia.

El punto es que un día llegaron un grupo de españoles-canarios, y vino este Mijares, con su gran peluca y ropa de bombacha a repartirme como si yo fuera cualquier cosa, como si fuera un simple objeto, o uno de sus tantos bienes. A partir de ese momento me convertí en otro, dejé de ser “ella” para ser “él”. Me obligaron a cambiar de género, y la verdad es que no me quedó de otra más que aceptarlo para seguir adelante.



Después de aquello pasaron muchísimas cosas, muchísima gente, muchísimo tiempo. Y a pesar de que reconozco mi importancia en la dinámica nacional, con todo y mi tranquilidad característica, la verdad es que la historia ha sido bastante injusta conmigo; pues, en lugar de darme el protagonismo que me merezco como cuna del niño Salias, las circunstancias  convirtieron a este país, en un hábitat de ciudadanos que no tienen ni idea de quién es el autor de su propio Himno Nacional. O mejor dicho, ni siquiera se saben la letra del “Gloria al Bravo Pueblo”.

En fin, después del alboroto independentista, recuperé mi calma habitual. La gente venía, sentía el frío y como les gustaba se quedaban, me cultivaban, y la verdad es que ese tipo de vida me satisfacía. Las pocas personas que me habitaban, se conocían muy bien. Aquí entre nos: llegué al punto, en que yo mismo me descubrí sintiendo cariño hacia ellos.



Luego llegaron nuevas épocas y con ellas nuevos días, nuevas personas, nuevos amores: nunca olvidaré a la señora Dilia caminando desde el pueblo hasta Pacheco, para dar clases debajo de ese árbol. O al padre Antonio, regañando a los niños de la Calle Mendoza, por lanzarle pelotas hechas con cera de vela a la destartalada Iglesia del casco central. Eran esos días, cuando bajar por La Mariposa era una aventura, digna de contar a la hora de la comida, frente a los vecinos y durante un juego de chapitas.

Ya en los años cincuenta llegó la Panamericana, con sus aires modernos y su carrera contra el atraso. De esa manera conocí a Caracas, a través de sus hijos, de las nuevas personas que llegaron y me encontraron atractivo. Fue así como poco a poco dejé de ser tierra fértil, para ser un suburbio de clase media-alta, el hogar de los profesionales-técnicos-comerciantes de la ciudad capital. Fue así como me convertí, simplemente, en una ciudad dormitorio.


Pero bueno, a pesar del tiempo, sigo aquí, dando la cara. Creciendo a un ritmo ridículamente acelerado, aún con restos de esas primeras casitas coloniales que los habitantes más viejos se esmeran por mantener, mientras que los jóvenes se preocupan por ir a tomar un batido en Naturalítico, el lugar de moda. Mientras cada día que pasa, hay menos neblina, menos perezas y menos guacharacas cantando en la mañana.


Pero aquí sigo, viendo con resignación que ya no soy lo que una vez fui, y aún así, mantengo mi encanto.


sábado, 25 de febrero de 2017

Espíritu del Carnaval

Corría por las calles al ritmo de la música, golpeando de vez en cuando a uno que otro turista con su vejiga de cerdo disecada, como era tradición.

Su traje rojo brillaba con la luz de los faroles en medio de la noche, pero su máscara de madera con nariz aguileña ocultaba su identidad.

—¡Jokili Kumm, Jokili Kumm! –decía mientras danzaba y golpeaba por las calles de su natal Colonia Tovar.

Risas, cerveza y un extraño dialecto que iba desde el castellano más criollo hasta el alemán más complejo, anunciaban el inicio del carnaval.

Mihael ya había terminado su jornada, y solo una cosa ocupaba su mente.



Siguió corriendo un buen rato, hasta que estuvo frente  a la imponente casa de paredes blancas y techo rojo. Cruzó la puerta del jardín, cuidando que el perro no lo notara y se escabulló sigilosamente hasta llegar a una enredadera que se extendía por lo alto de la pared hasta el balcón. Subió lentamente y con agilidad, hasta que finalmente lo logró.

Se tomó unos minutos para recuperar el aliento, y con cuidado, abrió la puerta corrediza.

Al entrar pudo verla, acostada en la cama, leyendo: El arte de perdonar, podía verse impreso en la portada.

La joven lo miró y sin moverse le dijo

—Eres tú…
—¡No pareces muy alegre de verme!
—Estoy viendo a un bufón.
Soy un arlequín.

Él se quitó la máscara y el gorro. Estaba sudado y sus cachetes estaban rojos, haciendo juego con el resto de su traje.

Mihael ¿Qué haces aquí? ¿Acaso estás loco? ¿Qué pasa si alguien te ve?
¿Qué van a hacer? Tengo el traje y la máscara, así nadie me puede reconocer.
—¡Eres un imbécil!
—Pensé que te parecería romántico –dijo con una sonrisa de burla.
—Nada te parece romántico después de que te han engañado…

El cerró los ojos.

Con el ceño fruncido le reclamó.

—¿De verdad me vas a sacar eso otra vez?
—Te lo sacaré todas las veces que me dé la gana, y si no te gusta, te puedes ir por donde viniste!
—Johanna, por favor…
Yo te amo.
—Aja –respondió ella, fastidiada.
—Vine aquí porque quería verte. Te extraño.
—Lo que tú extrañas es a alguien con quien tirar, que es otra cosa.

Silencio.
Se miraron fijamente, hasta que él, sonriendo le dijo:

—Eres la alemana más criolla que conozco.
—Mis abuelos eran alemanes. Yo no.
—Sólo dame esta noche mujer –le suplicó.
—Sigues vestido de bufón.
—Eso se puede arreglar…

Se acercó a ella y empezó a acariciar sus piernas desnudas. Lentamente, sus manos acariciaban sus muslos.
Aproximó sus labios hasta los de ella y empezó a besarla. Acto seguido, besó su cuello, mientras buscaba sacarle el camisón casi transparente que la cubría.


Johanna solo lo miraba.
No le brindo caricia alguna, ni tampoco hizo ningún gesto de corresponderle.

—¿Qué es lo que te pasa? –preguntó él, sintiendo la evidente indiferencia.
—Nada.
—¿Cómo que nada? ¡No reaccionas!
—Exactamente. Porque no me da nada…
¡Tú ya no me causas nada!
—¿Acaso te volviste frígida?
—Sólo contigo.
—¡Por favor Johanna! ¿Me vas a decir que antes no la pasabas bien conmigo?
—No. Eso no lo voy a negar. Pero ahora es diferente.
—¿Se puede saber por qué? Sigo siendo la misma persona.
—¡No! ¡Ahora eres un maldito imbécil que se acostó con mi mejor amiga y pensó que yo nunca me iba a enterar!

Mihael quedó en silencio mientras veía a Johanna ponerse de pie.

—Ya no siento nada por ti.
Ni amor, ni amistad. Ni siquiera me das ganas de tirar.
No me das nada, y después de verte en ese traje de bufón, menos.

Él bajó la mirada.
Ella nunca se había sentido tan feliz y liberada en su vida.

—Quiero que te vayas –le ordenó.
—De verdad te amo y estoy arrepentido…
—Okey, pero ya vete.
—Por favor… –decía mientras ella lo empujaba hacia el balcón.

Una vez que logró sacarlo dijo:
Auf Wiedersein, Mihael –cerrando la puerta corrediza y dejando caer las cortinas para guardar su privacidad.

Mihael esperó unos segundos, con la esperanza de que ella recapacitara.

Pero no ocurrió.

Humillado y herido en su orgullo, bajó del balcón de la misma manera en la que había subido, cruzó el jardín hasta salir de la casa y perderse en la oscuridad de la calle.

Por su parte, Johanna reflexionó un momento lo que acababa de hacer.

Las manos le temblaban y el corazón le latía muy rápido.

Caminó hasta su mesita de noche al lado de su cama y tomó el libro que leía antes de ser interrumpida. Saltó a la última página y escribió:


“Perdonar es algo maravilloso, pero mandar a la mierda a alguien que se lo merece es aún mejor.”


miércoles, 4 de enero de 2017

10 recomendaciones LIBRÍSTICAS para el inicio de año

Otro año que se va ¡Y QUE NUNCA REGRESARÁ!

Creo que el 2016 fue un año especialmente duro para todos, en todos los ámbitos de la vida pero, a pesar de la dificultad, lo bonito de esto es mirar hacia atrás y darnos cuenta de que también hay cosas buenas y son justamente estas las que debemos compartir y por las cuales debemos enorgullecernos.
En el 2016, me propuse leer un número determinado de libros, de los cuales, hoy les comparto mi TOP 10 de las lecturas que más disfruté, las que más me marcaron y las que me salvaron de un colapso nervioso.
Espero lo disfruten y se animen a leer alguno:

1- El año de Saeko

Fue mi primer libro en el 2016, escrito por Kyoichi Katayama (2006) y cuyo título en japonés es Funadomari made, este libro nos habla de la vida de una pareja japonesa en los años noventa, quienes tratan de encontrarse a sí mismos dentro del mundo e incluso dentro su matrimonio. Shun´ichi un joven trabajador y Saeko, su esposa, viven su vida tranquilamente, a veces sobre analizando las cosas, a ellos mismos y a todos los que los rodean, rutina que al final desembocará en un final y giro totalmente inesperados que marcarán la vida de cada uno de ellos pero que finalmente, les hará entender el amor que se tienen.


Nota: Aún hay ediciones disponibles en la tienda Nacho del C.C. La Casona II. Así mismo, en la librería Nacho de Sabana Grande que está cerca de la Estación del Metro del mismo nombre quedan varios disponibles a un precio solidario.

2- La huella del bisonte

Este libro fue escrito por Héctor Torres, y el mismo se centra en la complejidad de las relaciones humanas, enmarcadas dentro de lo que la sociedad considera moralmente correcto, al mismo tiempo que presenta un discurso en el cual el individuo se cuestiona a sí mismo qué tiene más peso: la moral social y colectiva o su propio deseo. Los personajes principales, Karla, Mario y Gabriela, representan un triángulo armonioso en la mayoría de los casos, que al mismo tiempo pueden interpretarse como las diferentes formas de actuar y pensar que puede tener el ser humano ante diversas situaciones de la vida cotidiana. Aún así, el erotismo tiene un papel fundamental en esta novela, haciéndola atrapante no sólo por jugar con la sensualidad, sino por adentrarse dentro de la psicología de los personajes y cómo sus propias decisiones, son capaces de atormentarlos.

Nota: Mi edición es una de las más antiguas, la de Editorial Norma. Si buscas bien podrás encontrar algún ejemplar escondido en las librerías, pero también es cierto que Ediciones Punto Cero está reeditando esta novela, por lo que este año estará disponible para los lectores.


3- Si así eres en rayas cómo serás en pelotas: Piropos y antipiropos caraqueños

Un poco de teoría nunca está de más al momento de leer, especialmente en un país como Venezuela, donde el piropo es algo tan común y suele rayar en lo desagradable. Carla Margarita Gonzáles es licenciada en Letras de la UCV y en este trabajo (2009), explora el uso del piropo como herramienta de poder por parte del hombre para objetivizar la figura femenina y mantener una actitud de dominación sobre ella (especial y específicamente con los piropos considerados “negativos” o groseros). De esta manera, se evidencia cómo la palabra se convierte en un instrumento de dominación de género, en este caso, al mismo tiempo que es aceptado como algo cultural e incluso, como un rasgo del que hay que enorgullecerse en cuanto a rasgos identitarios nacionales.
En este sentido, el estudio busca aproximarse a la reacción que producen los piropos callejeros en las mujeres y la reacción que producen en los hombres, evidenciando así que no es una costumbre tan buena o “chévere” como se trata de hacernos creer.


Nota: Mi ejemplar lo encontré en la Librería Alejandría en Chacaito, pero la Librería Lugar Común cuenta con una gran cantidad de ejemplares de la Fundación para la Cultura Urbana, así que hay muchas probabilidades de encontrarlo ahí. También en Galería Los Galpones, si buscas bien, puedes encontrar, aunque es un poco complicado llegar hasta allá.


4- Escandinavia y otros destinos

No suelo leer poesía, pero este libro llegó a mis manos por pura casualidad y por ello estaré eternamente agradecida. Escrito por Odette da Silva y publicado por Monte Ávila Editores en la colección Las Formas del Fuego (2006), los diferentes poemas que aquí se presentan hacen un recorrido por diferentes experiencias y personas que son identificados con el nombre de un lugar determinado, convirtiendo cada una de estas piezas en un conjunto extremadamente cálido a la lectura, hermoso y capaz de transmitir la imagen de esos países nórdicos tan lejanos y diferentes de toda esta locura tropical.


Escandinavia y otros destinos fue uno de mis libros favoritos en el 2016 y la verdad creo que lo seguirá siendo por mucho, mucho tiempo.

5- La dama de las camelias

Los clásicos son necesarios para la vida de un buen lector, pero un clásico como este es obligatorio leerlo. Escrito por Alejandro Dumas (hijo) basado en un romance que él mismo tuvo, La Dama de las Camelias es un libro sumamente hermoso, al más puro estilo del romanticismo francés, pero sin dejar de ser humano. Narra la historia de Armando Duval, un joven aristócrata francés y Margarita Guatier, una fina cortesana, los cuales se enamoran perdidamente el uno del otro y cuyo romance queda simbolizado con la flor de la camelia, la cual inicia siendo blanca y pura, pero al marchitarse se vuelve roja como el fuego y la pasión que ambos personajes llegan a sentir hacia el final de su romance.
Si bien el amor de estos dos inicia como un juego, tiene tintes trágicos pero también inocentes, en los cuales interviene (como siempre) las convenciones sociales de la época, con las cuales el individuo se encuentra en eterna lucha.


Nota: Puedes encontrar un ejemplar en cualquier lugar donde vendan libros de segunda mano. Bajo el Puente de Las Fuerzas Armadas es el lugar por excelencia para encontrarlo. Si vives en San Antonio de Los Altos, en la librería Yakarta (Oficentro El Picacho) tienen una edición más nueva y coqueta y no está tan costosa.


6- Desiguales entre iguales. Radiografía social de la Venezuela actual

Escrito como un ensayo (2015) del sociólogo Luis Pedro España, este libro hace un esfuerzo por conocer y comprender las diferentes caras que conforman la totalidad de la vida de la sociedad venezolana, tales como la familia, el estado, la educación, la pobreza, la economía, etc. hasta llegar a la pregunta: ¿quién es Venezuela? 
Lo cierto es que como sociedad, no nos conocemos realmente y eso es uno de los principales problemas que tenemos ya que, nos enorgullecemos de cosas que forman parte de nuestra idiosincrasia pero que en cualquier otro lugar es simplemente lo que hacen los delincuentes, por decir lo menos.
En este ensayo, Luis Pedro España busca aproximarse a esa Venezuela real y honesta a través de cifras, experiencias pasadas y análisis, sin dejar de lado la parte humana, la cual es tan necesaria rescatar y dejar de disfrazar con el falso mito de que “el venezolano es solidario”. En pocas palabras y a rasgos generales, vivimos en una sociedad sumamente individualista con un gran potencial para salir adelante, pero en la que el facilismo y la falta de normas y convivencia ciudadana forman parte de los principales problemas que siguen alimentando el desastre.


Nota: Yo lo conseguí en el pasillo de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela, también lo he visto en Nacho y en El Mundo del Libro.


7- The wind from Hastings

Lo cierto es que esta fue otra casualidad maravillosa que me encontró (sí, me encontró) un día en Sabana Grande. Escrito por la estadounidense Morgan Llywelyn, cuyos ancestros son de origen irlandés, Los vientos de Hastings (1978) -traducido al español- se basa en la historia de la reina consorte de Inglaterra Edith, hija del Conde de Mercia, quien primero estuvo casada con el bardo Griffith App Llywelyn y luego fue obligada a contraer nupcias con Harold Goodwine, futuro rey de la Inglaterra unificada y asesino de su esposo.
Así pues, la historia se centra en los vuelcos que da la vida de nuestra protagonista durante el desarrollo de una gran cantidad de episodios registrados en la historia, y cómo supo mantener la fortaleza y adaptarse a las circunstancias sin abandonarse a  sí misma, para seguir adelante hasta llegar al punto de su vida en que pudo escapar con su hijos a un lugar seguro y desaparecer de los registros históricos para vivir y morir en el completo anonimato.


Según la autora, su propósito al hacer este recuento histórico de una de las épocas más importantes para este territorio es “aprender que no estamos solos, que las personas de todas las épocas han tenido que lidiar con problemas similares a los nuestros y superarlos es darnos esperanzas para el futuro.”

8- Individuos o masa ¿En qué tipo de sociedad quieres vivir?

Este libro es un esfuerzo conjunto entre Antonio Canova Gonzáles, Luis Alfonso Herrera Orellana y Giuseppe Graterol Stefanelli y está dividido en cuatro partes que abarcan los aspectos de acción humana y economía, la ética y moral, el derecho y la política y finalmente, el aspecto histórico. Todos estos con el propósito de establecer las diferencias entre sistemas políticos que buscan homogeneizar a la población al punto de despojarla de su individualidad para así convertir a las personas en simples instrumentos de repetición ideológica.
Si bien es cierto que la homogeneización es necesaria para lograr una convivencia en sociedad armoniosa, la individualidad es fundamental dentro del ámbito humano para así lograr el progreso, personal y socialmente hablando, ya que son justamente los aspectos individuales los que permiten cambios de paradigmas y mejoramientos sociales de cualquier tipo: nuevas ideas y nuevos aportes novedosos y provechosos. Es justamente, todo este proceso el que se estudia y presenta con lujo de detalles, este trabajo excepcional para entender un poco la psicología de masas que usan los regímenes totalitarios para engañar a los “débiles” y así justificar su papel en la historia, a pesar de ser sistemas fracasados.


Nota: La verdad este fue un regalo, pero lo he visto en el pasillo de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela y en El Mundo del Libro.


9- La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo

Escrito en el año 2008 por Axel Capriles, este libro debería ser lectura obligatoria en todas las instituciones educativas del país, ya que describe perfectamente los rasgos más característicos del venezolano “vivo”. Desde el inicio de la figura del trickster en la mitología griega y nórdica, hasta la España de Cervantes, se hace una reconstrucción y análisis sobre los orígenes de la figura del pícaro en la historia y cómo, finalmente, la misma llegó a nuestro continente-país, para convertirse en una virtud necesaria para la vida y desembocando en la viveza criolla que todos conocemos, criticamos y practicamos hoy en día.
Una vez más se habla del carisma y simpaticura del venezolano como característica por las cuales hay que enorgullecerse, pero que en realidad, funcionan como la contraparte de ese rasgo individualista y egoísta del “vivo”, siendo ambas caras de la misma moneda y por ende, negativas las dos. En pocas palabras, la idiosincrasia venezolana está marcada por rasgos individualistas que buscan el bienestar personal, sin importar la norma y solidaridad social para el buen funcionamiento y la armonía dentro de la colectividad, disfrazándonos de “panas” de todo el mundo, pero siempre esperando el momento en que podamos sacarle provecho.


Nota: Aún hay ediciones disponibles en Nacho del C.C. La Casona II y es probable que lo consigas en el pasillo de Ingeniería de la Universidad Central de Venezuela.


10- Colmillo Blanco

De pequeña solía ver una serie con el mismo nombre, la cual estaba basada en el libro escrito por Jack London, pero lo cierto es que White Fang (en inglés), además de ser una narración sumamente fría, algunas veces feroz y desalmada, conforma una  historia espectacular que puede ser leída por cualquier persona a cualquier edad. Pero también es cierto que, a pesar de hablarnos de un increíble lobo mitad perro,  es una novela en la cual el entorno es fundamental para construir y moldear a los seres (en este caso, nuestro peludo protagonista).
Al leerlo, no sólo recorrí los paisajes invernales estadounidenses, sino que también recordé un poco las propuestas teóricas de Durkheim, uno de los clásicos de la sociología, cuando London nos habla de que Colmillo Blanco sigue la ley del más fuerte, la ley del bosque, la cual es dura, nada amable, pero aún así sabia. Los seres humanos también somos moldeados por las circunstancias, la norma social y las dinámicas de los grupos;  por muestras de amor u odio, pero lo cierto es que siempre estamos a tiempo para cambiar una cosa por la otra. Lo único que debemos hacer es seguir el llamado.


Nota: Este lo encontré en la FILVEN 2016 (Feria Internacional del Libro en Venezuela), pero en el Puente de Las Fuerzas Armadas también he visto ejemplares de segunda mano.


Así pues, esta es mi humilde lista que me acompañó en el 2016 y que les recomiendo totalmente para disfrutar un poco más de la vida. Cada uno de estos libros merece una reflexión mucho más profunda y personal que estoy segura, cada uno de ustedes podrá darle al momento de leerlos.


Solo esperemos que este 2017 sea venturoso, podamos hacer muchísimas lecturas y que tengamos salud.