Digamos que fue hermoso.
Un pequeño momento de complicidad
en el cual sus miradas se cruzaron.
Ella disimulando, haciéndole creer que lo que en
verdad le interesaba era el título del libro que él leía.
Él, sin disimulo, mirándola fijamente por un
instante en el que ella decidió corresponderle.
Después de eso, ambos volvieron a sus lecturas, y allí terminó algo que nunca empezó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario