Vamos a decir que leer se ha
puesto de moda. Mientras que en el pasado se nos vendía la imagen de que las
personas que leían (y lo disfrutaban) eran nerds que merecían ser
ridiculizados, hoy en día, si quieres ser aceptado socialmente debes, al menos
una vez al mes, publicar la foto de un libro que estés leyendo para demostrar
que eres únic@-original-profundo-intelectual.
Claro, reconozco que vivimos en
la era de las redes y muchos queremos compartir la alegría del libro que
estamos leyendo, pero muchas personas usan el tema de la lectura y las redes
para el “faranduleo”. Como sea son hechos, cosas que pasan y con los que
tenemos que convivir, pero en lugar de revolcarnos en la miseria de la
humanidad, prefiero liberar esa frustración colectiva escribiendo artículos
sobre ese tipo de comportamientos que considero nocivos, pero que pasan por
debajo de la mesa en la vida cotidiana.
Hoy hablaremos de lo que he
decidido llamar Mamertismo Literario, pero primero definiremos cada uno de estos
términos:
- Según Word Reference, mamerto es lo mismo que decir tonto o lechuguino.
- Según el Diccionario de la Real Academia Española, literario es todo aquello perteneciente o relativo a la literatura y ésta última es todo arte de la expresión verbal, conjunto de producciones literarias de una nación, de una época o de un género.
Así que llamaremos mamertismo
literario a todas aquellas actitudes tomadas por las personas, en las que se
busca despreciar a todos los que no compartan las mismas referencias literarias
que ellos. Un ejemplo que se ha hecho común en los últimos tiempos son las
imágenes del libro de El Principito:
Sí. El bendito dibujo de la
serpiente comiéndose un elefante y que todos confunden con un sombrero. Es
gracioso porque la primera vez que leí El Principito, también vi un sombrero y
me dio mucha risa ver la capacidad imaginativa de Exupéry para rebuscarse con
todo un tema que muy seguramente, empezó siendo un sombrero.
En fin, ahora analicemos el
mensaje de la imagen anterior: “Si aquí ves un sombrero te hace falta leer”.
Eso es justamente el mamertismo literario, un conjunto de personas que se creen
especiales-ungidos-por encima del promedio por el sólo hecho de haber leído un
libro que es referencia dentro de la literatura mundial. Pero aunque nos pueda parecer una
simple tontería de un grupo de gente, considero que hay algo un poco más
profundo con todo este asunto del mamertismo literario, y el mismo está
relacionado con un tema de conformación de la identidad de los individuos, pues
estas personas que se mofan de aquellos que no entienden determinadas
referencias, más allá de sentirse intelectualmente superiores, es posible que
lo que en realidad estén buscando es un grupo en el cual encajar.
Existe una tendencia por parte de
la sociedad de asignar una determinada identidad a los individuos, la cual
puede entrar en conflicto con aquella que éstos tienen de sí mismos,
entendiendo como Identidad a la relación objetiva entre el portador y el medio
social donde se desenvuelve y esta relación tiene la necesidad de exteriorizarse.
Aquí también entran elementos de organización territorial, configurada dentro
de lo conocido–seguro, desconocido–inseguro.[1]
Si nos ponemos creativos, podemos
asociar ese rechazo a la falta de conocimiento sobre sus mismas referencias
como ese espacio de lo seguro, lo conocido, por ende; todo aquel que comparta
mis mismas referencias es alguien igual a mí, afín a mí y por lo que puedo
relacionarme con él porque tenemos algo en común. Por otro lado, esa aversión y
desprecio a todo aquel que no conozca mis referencias no me está reconociendo
como individuo, no conoce ese elemento que conforma mi identidad y por ende, lo
rechazo. Rechazo a aquellos diferentes a mí y que no tienen la capacidad de
reconocerme, por lo que, el mamertismo literario se convierte en algo personal.
Todo este tema de la afinidad
dentro de un grupo a causa de compartir una misma referencia literaria,
ocasiona un fenómeno identificado por Émile Durkheim (1893)[2]
como cohesión, que actúa como una acción unificadora de los individuos en la
cual está implícita no sólo el mutuo acuerdo dentro de una colectividad, sino
también un elemento de emocionalidad que logra forjar una especie de solidaridad
entre individuos que comparten una misma causa y están unidos por una o varias
características. En pocas palabras, la cohesión
permite la conformación de un todo unido.
Cuando no se comparten los mismos
conocimientos o emocionalidades, entra en escena la coacción. Ésta es una violencia aplicada para
que alguien haga algo contra su voluntad, de esta manera se busca mantener el orden
dentro de una colectividad, y por ende, el control.
Ahora bien, hablemos del papel
que pueden llegar a tener la cohesión y la coacción dentro del tema del
mamertismo literario:
La cohesión empieza cuando un
individuo que por ejemplo, ha leído El Principito, empieza a sentirse especial
por entender la referencia del sombrero. Progresivamente, empieza a publicar
imágenes con citas sobre el libro, dibujos del libro, en fin, un montón de
cosas que sólo las personas que lo han leído pueden entender.
El resto de las personas que no
han tenido contacto con esta lectura, obviamente no van a entender, por lo que
nuestro fan de El Principito empieza a menospreciarlos por no compartir su
referencia. Al mismo tiempo, ésta persona empieza a establecer una barrera
intelectual entre él y aquellos que no comparten su referencia y empieza a
desarrollar lazos con aquellos que sí comparten ese mundo en común cargados de
los simbolismos del libro. De esta manera, empieza a configurarse no sólo una
identidad individual basada en una referencia literaria, sino que ésta se ve
reforzada por la aceptación que recibe de este nuevo grupo de fans de El
Principito. Progresivamente, se da una cohesión que se hace cada vez más fuerte en la medida que más personas compartan la referencia y reproduzcan ese comportamiento coercitivo con aquellos que forman parte de este grupo.
Por otro lado, el tema de la
coacción se hace presente con el rechazo que pueda sentir este grupo hacia
aquellos que no compartan esa referencia literaria, si bien es cierto que no se
trata de niveles extremos de discriminación como los de la Alemania Nazi, sí es
cierto que siguen siendo pequeñas demostraciones de discriminación y rechazo
por parte de un grupo hacia otro. Ya sea que éstos discriminados quieran ser
parte de éste grupo en su totalidad o en parte, para ser aceptados deberán
leerse el libro, conocer al autor, aprender los dibujitos, etc. Por el
contrario, si no les interesa pertenecer a este grupo, es posible que se encuentren
con un rechazo y desprecio por no compartir ésta referencia literaria, siendo
menospreciadas no sólo sus capacidades intelectuales (a pesar de que puede sean
mucho más profundas y ricas que la del grupo) sino que también pueden llegar a
despreciarlo como persona e individuo (claro que esto depende del nivel de
dependencia identitaria que tenga el grupo con la referencia, así como también
depende del nivel de cohesión que se maneje dentro de éste grupo.)
Es justamente allí dónde empieza
el peligro (o la estupidez). Entiendo que no ha todos nos gustan las mismas
cosas, pero es algo totalmente absurdo desestimar las habilidades y
conocimientos de otra persona por no compartir las mismas referencias que uno,
y al final del día eso es sólo una careta más de la discriminación. Lo
importante aquí es saber identificar esas pequeñas discriminaciones cotidianas,
pues las mismas, si no son controladas a tiempo pueden terminar convirtiéndose en
algo mucho más peligroso, por más pequeño que parezca en un principio.
Lo que hay que entender en cuanto
al acto de leer es que, en primer lugar, es algo que se hace de una manera
voluntaria. En segundo lugar, el que busca leer, lo hará sobre lo que le interese,
lo que busque o satisfaga su inquietud personal, y tercero, al ser todos
diferentes dentro de nuestra individualidad, conocemos cosas que otros no y
viceversa. Por estas razones, considero que
esto que he decidido llamar mamertismo literario, no es solamente un fenómeno
surgido por moda, o un conjunto de personas que quieren sentirse superiores al
promedio por haber leído determinados libros. Esto puede derivar en acciones
intolerantes hacia otras personas, que incluso en la cotidianidad son discriminaciones
disfrazadas.
Es por eso que, antes de darle like a algo en Facebook, o compartir una
imagen determinada, es mejor ser sensato, analizar un momento y pensar en qué
está beneficiando ese contenido al resto del mundo. Pregúntate por un momento:
¿Si yo no hubiese leído ese libro, cómo me sentiría con esto?
[1] Estos
planteamientos son tomados de Rossana Reguillo de dos trabajos diferentes. El
primero es: En la calle otra vez Las bandas: identidad urbana y usos de la
comunicación (1991) y el segundo: Imaginarios globales, miedos locales. La
construcción social del miedo en la ciudad (2001).
[2] La
División del trabajo social (1893).
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